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Castillos en el aire

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La personita que me hace sonreír con sólo decir mi diminutivo es la misma que me alegra las mañanas con el ruido que hace cuando camina por los pasillos. Es esa persona que huele tan bien cuando pasa a tu lado que te dan ganas de colgarte de su cuello y estar así todo el día (y no huele a colonia). Esa que me pide las cosas tan delicadamente a pesar de su voz gravísima. Esa que hace que me ponga colorada cuando coge su silla y se sienta a mi lado o cuando me dice que le gustan mis calcetines de rayas o mi cinturón con manchitas de vaca. Esa persona que me hace no saber que contestar cuando me está contando algo y yo simplemente le río las gracias porque me muero de la vergüenza.
Me cabrea pensar que vaya a ser una de esas personas a las que voy a volver a ver más bien poco.
Me cabrea que mis mañanas vayan a dejar de oler así, y ya no verle en color rojo. Dejar de oírle hablar sobre música y alcohol. O comer. O reirse. Y que ya no me haga cosquillas ni me tenga que pedir que le riña porque yo no me atrevo a hacerlo.
Y me cabrea aún más todo esto porque no sé si quería que fuese así y porque esa persona que me hace sonreír con sólo decir mi diminutivo es la misma que va a traer más dolores de cabeza a mi vida. Y no me hacían falta.

2 comentarios

Carak -

Creo comprenderte. Duele mucho no tener cerca o no ver a la persona que más quieres, o la que mejor te hace sentir. Me pasa lo mismo, y es duro. Yo incluso no la he tenido a mi lado ni siquiera más de un día. Es cruel decir que te acostumbras, pero es la verdad. Por mucho que lo quieras, no sé, acabas por superarlo, a medias. Siempre queda un regusto, siempre queda la soledad, pero hay que luchar, por lo menos, para no llorar cada minuto.

Ursula -

no huele a colonia, huele a el :) me encanta cnd los chicos huelen a chico, a el :)
saluditos